Ya antes les había contado lo genial que es compartir nervios y felicidad con completos desconocidos. Bueno, en este caso estar en primera fila en la boda de la gente que uno quiere ha sido una experiencia única. Debo confesar que por ratos me distraía viendo la escena y no fotografiaba, o que algunas lágrimas me impedían hacer bien el trabajo, pero verlo todo tan de cerca no tiene precio.
Pieri y Frozz nos cantaron y bailaron «La vida es bella», se cambiaron zapatillas para bailar, me dejaron ponerles un mustang al lado para la sesión de fotos, y finalmente nos regalaron una tarde mágica con los amigos de siempre y muchas sonrisas.
Mi hermanito mayor se casó y ya es todo un señor de hogar, y como nos dijeron ese día antes de hacernos llorar, gracias a ustedes por mostrarnos «lo bello que es vivir».
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