Habana Blues

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Pocas veces se tiene la oportunidad de ir a un país tan diferente como Cuba, donde su régimen político y su estancamiento económico están reflejados en cada esquina, en cada rostro.

En el marco de la iniciativa Aulas Abiertas, pude visitar por una semana la ciudad de La Habana.  Tantas cosas leemos, tantas melodías de libertad escritas por Silvio, tantos polos y libros de historia sobre el Che, pero nada se compara con respirarla, caminarla, con amanecer en ella.

No pretendo dar una cátedra política o social sobre la isla, pero sí puedo contarles lo que vi: una ciudad con gente hermosa, llena de color, con mucho ritmo, con tantas ganas de ser grande pero con pocas posibilidades de serlo.

Su aislamiento político ha hecho que le den la espalda a lo que nosotros conocemos como modernidad. Allá no existen los centros comerciales o los subterráneos, allá se toma ron en la calle y se hace cola para entrar a tomar un helado. Allá,  internet sólo es para los turistas y los niños no conocen de Play Station, pero bien que saben tirarse clavados en el malecón.

Como les dije, La Habana es de otro mundo y, a pesar de todas esas situaciones poco favorables, los cubanos saben despertar cada día entusiasmados, mirando quizá a ese mar extenso que los rodea, soñando en lo que hay del otro lado, o como lo escuché en una canción cubana :No mires hacia atrás porque atrás siempre es lo mismo, la sorpresa está adelante».

Play Habana Blues, soundtrack de la película cubana Habana Blues.

Foto 1: Trueno, Foto 2: Lluvia (tiempo aproximado 1 minuto)

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